Somos naturalmente felices cuando estamos ocupados.
De acuerdo a Christopher Hsee y sus colegas, somos más felices cuando estamos ocupados pero desafortunadamente nuestro instintos nos obligan a ser flojos. A menos que tengamos una razón para estar activos, escogemos hacer nada, un vestigio evolutivo se asegura de que preservemos la energía.
Considerando el primer estudio de Hsee. Su equipo le ofreció a 98 estudiantes a que escogieran entre entregar una serie de cuestionarios donde su ubicación estaba a 15 minutos caminando o llevarlos afuera de la habitación y luego esperar 15 minutos. Al final de cada tarea se les daría una barra de chocolate del mismo o distinto sabor como premio.
Estamos programados para ser flojos.
Por lo que Hsee concluyó que el instinto de los estudiantes era ser flojos. Pero cuando se les daba una excusa especial para caminar más, la mayoría de ellos escogería la opción difícil independientemente del premio.
Cuando se les preguntó luego:
Los estudiantes que tomaron la opción de caminar reportaron sentirse significativamente más felices que los estudiantes perezosos. Lo que le dio consistencia a la teoría de Hsee de que somos más felices cuando estamos ocupados.